“El sol del 25 viene asomando”.
Cuesta creer que esa mañana lluviosa, dónde algunos vecinos se juntaban frente al Cabildo cobijados bajo los paraguas del temporal que hacía días azotaba a la Bs As colonial, el sol del 25, estuviese presente.
TODO TIENE SU EXPLICACION, PERO VAMOS DE A POCO.
Está documentado por los escritos de algunos habitantes ilustres de la aldea, que se hizo dificultosa la llegada a las reuniones secretas en la Jabonería de Vieytes, debido a la lluvia y el barro.
NO SEA ANSIOSO, YA ACLARAREMOS.
” Empanadas calientes que queman los dientes”.
Sin dudas frente al Cabildo, las empanadas estaban frías y se podría decir húmedas, debido a la distancia recorrida por los vendedores orilleros y el cielo que parecía desplomarse.
NO PIENSE POR ADELANTADO, YA LLEGAMOS.
“French y Berutti, soñadores de la libertad, repartían alegremente cintas azules y blancas”.
En realidad las cintas eran celestes ( puestas en el pecho) y rojas ( en el sombrero) para identificar a los patriotas y descubrir a los ” contras” que querían ingresar a la plaza.
Dicho así, los jóvenes French y Berutti y algunos más, serían lo que hoy se llaman la “fuerza de choque” del mayo revolucionario.
Y PORQUE ENTONCES…..YA VA, YA VA!!!!
” La plaza estaba llena de gente con paraguas”.
Las crónicas documentan que los porteños que fueron hasta la plaza, no superaban el número de 400, es decir, el 10% de los habitantes de la Reina del Plata, y los paraguas, importados desde Inglaterra y caros por cierto, sólo eran patrimonio de las familias más pudientes.
Estos y otros mitos, hechos fantásticos que luego de un tiempo se transforman en verdades aceptadas culturalmente, sirven muchas veces para afianzar el modo de ser y de identificar a una sociedad. Asi que, bien válido es para nosotros aún hoy, que las empanadas y el locro bien calientes, sigan siendo lo que decimos parte de nuestra tradición . Esto no anula, por supuesto, el revisionismo histórico.
Y si el sol del 25 formó parte después de nuestra bandera, pues bienvenido sea, y saber que aquellos paraguas de 1810, que en verdad no fueron tantos, eran desplegados para evitar el calor y la transpiración de las incómodas y agobiantes ropas y pelucas de la gente adinerada, cuyo patrimonio no alcanzaba para sombrillas.
Verdad o no, los hechos tienen siempre sus interpretaciones.