La palabra ” mito”, según el diccionario, se refiere a una historia que generalmente ahonda sobre hechos o personajes de características fabulosas, humanas si, pero casi metafísicas y podríamos decir literariamente universales.
La ” leyenda” por otra parte reúne condiciones similares al mito pero abreva en aguas mucho más regionales y folclóricas agregando también que se perpetua a través de la transmisión oral.
El ” cuento ” finalmente, es una narración más corta, de desenlace rápido y se permite la posibilidad de la exageración, la mentira, el ridículo, sin que eso afecte su credibilidad y aceptación.
Yo les voy a contar un cuento.
Cuánto de verdad, cuánto de engaño, cuánto de modificaciones tiene a partir de su retransmisión oral, no lo sé.
Ustedes saquen conclusiones.
El hecho del que nos ocupamos hoy, sucedió según me contaron, muy cerca de un pueblo pequeño de alguna provincia argentina.
Como todo pueblo, contaba con una ruta secundaria que comunicaba a su población, con otra más importante, enlazando a ciudades más grandes con el lugar donde se dieron los hechos.
Me contaron también que era una tarde de frío invierno y llovizna permanente y que el protagonista de la historia transitaba por esa ruta casi desierta en una bicicleta.
También me enteré que el hombre tenía toda la intención de llegar a su hogar ubicado en la zona rural cercana.
Y me enteré averiguando como podía, que desde una ciudad distante a 40 o 50 kilómetros, despegaba en ese momento un avión que pretendía aterrizar en otro destino, viajando en el mismo, altos funcionarios de una pujante empresa.
El clima hizo todo lo demás, alineó planetas y produjo los hechos que ustedes ya están imaginando.
Soplaron vientos más fuertes, la llovizna fue lluvia torrencial y las descargas eléctricas dieron a la tarde un tinte que presagiaba desgracia.
Al no poder transitar por la banquina, nuestro amigo ciclista siguió su derrotero por el asfalto, tirando de apurar su llegada.
Me contaron, casi como una indiscreción, que el piloto del avión se enfrentó al dilema de seguir o no con su viaje ante la gravedad de la situación.
Pero por esas cosas, vaya uno a saber, se encontró con una cinta asfáltica que sin dudas le permitiría aterrizar rápidamente y asi disipar la emergencia.
Y está fue su decisión!!!
Con rumbo norte-sur encaró ( permítanme el término) la ruta y descendió a la misma.
En sentido contrario, con cierta alegría por estar llegando a su casa, venía nuestro amigo peleando cual Quijote contra la poca visión, la lluvia y el viento.
Todo sucedió rápida, desenfrenada y abruptamente.
Me quedan ciertos vacíos en esta historia y mí relato continúa en la guardia del hospital zonal, donde alguien arribó accidentado con un fuerte golpe en la cabeza y una profunda herida en la frente.
Supe también, que ante la pregunta del personal sanitario y policial sobre que había sucedido, la respuesta de la magullada víctima fue ” me chocó un avión”.
Algunos de los que estaban allí, pasaron ” sin escalas” de la sorpresa a la indignación por la posible mentira y luego a la sonrisa.
Me contaron varias cosas más; primero que el hecho fue real, luego, que la interpretación del suceso fue que ” el ciclista se chocó el avión ya detenido, algo factible xq.de.estar en marcha más que de un fuerte golpe en la cabeza hablaríamos de una decapitación.
Por último, para mí sorpresa, me enteré que esto sucedió en mí pueblo natal, que uno de los médicos era mí padre y que yo conocía al pobre hombre que quedó internado.
Pero no lo tomen muy en serio porque sólo es un cuento, nada más.
Y aunque ” El se chocó el avión”, prefiero pensar y quedarme con la frase ” me chocó un avión” y que la historia así se mantenga.
Cuentos, cosas, relatos, como el que, si este les interesó, les contaré más adelante y que descubre una verdad oculta por la historia: “Juan Moreira no murió”…….
Será verdad?